EL DEPARTAMENTO DE NEUROCIENCIAS
De historia breve, pero también significativa para el Cinvestav y
la ciencia nacional, el Departamento de Neurociencias funcionó durante
diez años, de 1975 a 1985, aunque su origen data de 1972, cuando el
Patronato aprobó el establecimiento de la Sección de Neurobiología
dentro del Departamento de Bioquímica, a propuesta de Guillermo Massieu
Helguera, entonces director del Centro. Massieu Helguera, considerado el primer
neuroquímico mexicano, era químico, bacteriólogo y parasitólogo
por la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB). Realizó
estudios de maestría en la Universidad de Oxford (1955) y de doctorado
en bioquímica en la ENCB. Antes de su ingreso al Centro como director
interino, había sido jefe de los laboratorios de investigación
del Instituto Nacional de Nutriología, profesor del Instituto de Investigaciones
Médicas y Biológicas de la UNAM, director de la ENCB (1963)
y director general del IPN (1965-1970). Fue director titular del Cinvestav
de 1971 a 1978. Recibió el Premio Doctor Leopoldo Río de la
Loza (1973), el Premio Nacional de Ingeniería Doctor Nabor Carrillo
(1975) y el Premio Nacional de Ciencias (1975).
En ese tiempo, el estudio del funcionamiento del cerebro humano empezaba
a adquirir una gran importancia en el ámbito internacional. La organización
del cerebro planteaba nuevas interrogantes para la ciencia: qué mecanismos
intervienen en procesos mentales como la percepción visual o auditiva;
qué factores se encuentran involucrados en aspectos tan complejos como
el habla, el aprendizaje, la imaginación, la memoria, el sueño
y la conciencia; cómo se determina la conducta. En México, antes
de la creación del Cinvestav, el grupo más destacado de investigadores
en neurociencias trabajaba en el Instituto de Biología de la UNAM.
Inicialmente, la sección estuvo integrada por dos profesores titulares,
Guillermo Massieu (también jefe de la sección) y Víctor
Alemán, así como por una profesora adjunta, Dalila Martínez,
y Óscar Ramírez, dedicado a los aspectos bioquímicos
de la ontogenia muscular. Los tres primeros fueron los iniciadores de la bioquímica
en el Centro. Alemán, doctor en ciencias por la Duke University, Estados
Unidos, ingresó al Departamento de Bioquímica en 1964; incluye
entre sus temas de estudio los procesos fisiológicos del aprendizaje
espacial. Dalila Martínez, médico cirujano por la Facultad de
Medicina de la UNAM, ingresó como investigadora auxiliar del Departamento
de Bioquímica en 1962, donde obtuvo el grado de doctora en ciencias
en 1967; ha estudiado la localización, purificación y caracterización
de la distrofina en el sistema nervioso central. A ellos se agregó
como profesor titular Julio Muñoz, doctorado en el Departamento de
Fisiología y con una estancia posdoctoral en Carolina del Norte, Estados
Unidos, para investigar los efectos de compuestos tóxicos sobre el
sistema nervioso. Durante los tres años que duró la sección,
el currículum del Departamento de Bioquímica sirvió de
base para la formación de los primeros estudiantes, por lo que sus
grados fueron expedidos por este departamento. Además, los alumnos
recibían cursos adicionales de neurobiología y participaban
en seminarios de neuroquímica.
En 1975, la sección se transformó a Departamento de Neurociencias.
Paralelamente, se estructuró el currículum tanto para la maestría
como para el doctorado, en la especialidad de neurociencias. Se cultivaban
cuatro áreas de investigación: neuroquímica, neurofisiología,
desarrollo y diferenciación del sistema nervioso y farmacología
molecular. Los objetivos fundamentales del departamento eran el estudio de
la organización y funcionamiento del sistema nervioso desde un punto
de vista multidisciplinario, así como la formación de personal
académico capacitado para desarrollar trabajos de investigación
y docencia. El currículum de neurociencias se estableció con
objetivos bien definidos; todos los cursos de la maestría eran teórico-prácticos.
Este esfuerzo se tradujo en una sólida formación de los graduados,
debido a que los conocimientos teóricos estuvieron reforzados por las
prácticas y el análisis de los resultados experimentales. El
programa académico incluía materias como neuroanatomía,
neuroquímica, neurofisiología, biofísica, bioestadística
y psicología experimental, por lo que era necesario contar con el apoyo
de otros departamentos, fundamentalmente del de Fisiología y Biofísica.
Sin embargo, no era posible atender la demanda de estudiantes.
Al grupo inicial se unieron, en 1976, como profesor adjunto Jorge Hernández,
doctorado en Checoslovaquia, como profesor titular, Alejandro Oscós,
doctorado en Estados Unidos y proveniente del Departamento de Investigaciones
Educativas (DIE), y, como profesor auxiliar, Froylán Vargas. Con ellos
se desarrollaron de nuevas áreas de investigación: ontogenia
del sistema nervioso, influencia de estímulos ontogénicos tempranos
y el efecto del metabolismo de neurotransmisores sobre el desarrollo y maduración
del sistema nervioso central y sus repercusiones funcionales, psicología
experimental, aspectos psicofarmacológicos del comportamiento (efectos
de anticonvulsivos en la memoria), así como fisiología celular
neuronal.
Cuando el departamento estaba en proceso de consolidación (hacia 1978),
Massieu dejó el Centro al ser nombrado subsecretario de Educación
e Investigación Tecnológicas de la SEP. Entonces, Dalila Martínez
asumió la coordinación del departamento. Ese año, se
contrató como profesor titular a Javier Álvarez Leefmans, doctorado
en University College, Universidad de Londres, Inglaterra y con una estancia
posdoctoral con Ricardo Miledi (discípulo de Rosenblueth) para desarrollar
las áreas de neurofisiología y biofísica. Sin embargo,
algunos miembros de la planta académica buscaron nuevas opciones de
superación. Emilio Muñoz Martínez se cambió al
Departamento de Fisiología y Biofísica, y Froylán Vargas
salió con licencia a un programa de entrenamiento posdoctoral al Instituto
Nacional de Salud Mental (NIH) en Estados Unidos. Con ello, la planta académica
se redujo a cinco profesores.
El 22 de abril de 1981 se constituyó la cátedra Santiago Ramón
y Cajal, con el propósito de fomentar, difundir y actualizar el conocimiento
de la neurobiología entre estudiantes y profesionistas interesados
en el estudio de las funciones cerebrales. El doctor Rodolfo Llinás,
jefe del Departamento de Fisiología y Biofísica de la Universidad
de Nueva York, fue el primero en ocupar esa cátedra, con la serie de
conferencias “Neurobiología del sistema cerebeloso”.
En 1982 se incorporaron tres investigadores para reforzar el área
de neuroanatomía: Alfredo Feria Velasco (profesor titular); Illani
Atwater (profesora titular), y Eduardo Rojas (profesor titular). Atwater,
doctorada en la Universidad Pierre et Marie Curie, Francia, desarrolló
la línea en relaciones hormonales en el nivel celular. Rojas, doctorado
en la Universidad de Oregon, Estados Unidos, y con gran prestigio en el extranjero,
estudió la medida de las propiedades cinéticas de los dipolos
estructurales de las membranas de células nerviosas y musculares que
controlan la permeabilidad iónica de los distintos canales.
Rojas se hizo cargo de la jefatura del departamento y trató de ampliar
la planta académica. Contrató en 1983 a Jorge Sánchez,
egresado del Departamento de Fisiología y Biofísica, quien después
de una estancia posdoctoral en Washington, Estados Unidos, inició su
línea de investigación sobre canales iónicos. La crisis
económica de 1982 impidió que se terminara de equipar el edificio
de neurociencias, lo que inició la desintegración del grupo.
Rojas y Atwater regresaron a Estados Unidos. Después, Jorge Sánchez,
Javier Álvarez y Alejandro Oscós se mudaron al Departamento
de Farmacología y Toxicología del Cinvestav. Los pocos investigadores
que quedaron en el departamento analizaron la posibilidad de integrarse a
otro, manteniendo las líneas de investigación que habían
desarrollado. Después de un largo proceso de discusión, decidieron
integrarse con el Departamento de Fisiología y Biofísica, dadas
las coincidencias que para ese tiempo presentaban sus respectivos campos de
estudio.
Durante la existencia del Departamento de Neurociencias, se otorgaron quince
grados, cuatro de doctor y once de maestros en ciencias, más dos grados
cuando la sección pertenecía a Bioquímica. La producción
de artículos también fue importante: en total, se publicaron
25 artículos en revistas nacionales e internacionales y siete capítulos
en libros.